'The Flight Attendant': Champán y hamburguesas

TV

Ligerísima y encantada de serlo, la serie de Steve Yockey y Kaley Cuoco es el entretenimiento perfecto para estas fiestas: un cóctel de suspense y lujo del que te habrás olvidado dentro de unos meses.

Siempre a favor de las series que, como The Flight Attendant, saben exactamente lo que son y no pierden el tiempo intentando convencernos de lo contrario. En un momento en el que ciertas propuestas (pienso en The Undoing o en la tercera temporada de Killing Eve) disfrazan su carácter de serie B con elevados valores de producción, una pretendida gravedad o la presencia de actores consagrados, me parece de celebrar el estreno de la nueva serie protagonizada por Kaley Cuoco, a saber: una desvergonzada mezcla del Hitchcock más juguetón, series como Girls y diversos subproductos de suspense, un entretenidísimo producto de derribo al que no le hacen falta excusas para ser disfrutado.

Basada en el bestseller de Chris Bohjalian (un autor al que la Peak TV iba a tardar poco en cortejar, dado su talento combinando protagonistas femeninas y un trasfondo criminal, valor al alza), The Flight Attendant encuentra una de sus mayores fortalezas en su punto de partida: tras pasar una noche en Bangkok con el guapo-y-rico hombre que conoció en un vuelo, una azafata despierta para encontrárselo, asesinado, a su lado, en la cama.

A partir de ahí, y aunque lo más redondo sean los compases iniciales (Cuoco y el equipo de guionistas capitaneado por Steve Yockey hacen un gran trabajo construyendo su gestión del shock inicial, que deriva en un piloto que seguramente sea el mejor episodio hasta el momento), la serie va desplegándose como un pastiche de suspense en el que el motivo del falso culpable se entrecruza con el espionaje industrial, la investigación criminal y el mundo posh neoyorquino.

Pero la serie se disfruta sobre todo como vehículo para su protagonista, una Kaley Cuoco que no llega a desembarazarse del todo de ciertos tics de su Penny pero sí se ha marcado un triunfo tomando las riendas de su propia carrera. Hay humor, caos y la combinación de ambas cosas en The Flight Attendant, parcelas en las que Cuoco ya había demostrado que es una experta en sus más de diez años al frente de The Big Bang Theory, pero también hay la exigencia de sostener ocho episodios dedicados (casi) exclusivamente a un solo personaje, y en ese terreno Cuoco ha escogido estupendamente el material de partida para adaptarlo a sus puntos más fuertes como intérprete.

 Ni demasiado pretenciosa o grave ni totalmente frívola, su Casey Bowden, una azafata constantemente al borde de un ataque de nervios, funciona por su capacidad para oscilar entre la metralleta verbal y los momentos de calma, en los que el alcoholismo del personaje, aunque bastante forzado, permite a Cuoco explorar un rango emocional un poco más amplio. El delicado tono de la serie, comedia negra sofisticada, aunque similar al de otras propuestas y no especialmente original, se sostiene gracias al rango expresivo de la actriz, capaz de pasar de la mueca exagerada a la mirada de soslayo o el gesto sombrío.

A su alrededor, y conforme la serie va explorando a otros personajes más secundarios e inevitablemente teniendo que llenar minutos, es cierto que las costuras se hacen cada vez más evidentes, y algunas subtramas metidas con calzador (¿qué demonios se trae entre manos su compañera de vuelos Megan con una especie de mafia asiática, y por qué debería importarme?) o el tratamiento de algunos personajes (esa psicópata que es poco más que un trasunto del personaje de Jodie Comer en Killing Eve) deslucen un conjunto al que, en realidad, es absurdo pedirle demasiada coherencia.

Zosia Mamet Michiel Huisman apuntalan estupendamente, eso sí, un elenco de secundarios en el que ambos se lucen, la primera como muro de ironía hipster que consigue equilibrar la verborrea de Cuoco y el segundo interpretando una especie de versión sexy del amigo de Un hombre lobo americano en Londres, muerto que vuelve a la vida en la mente del protagonista para ayudarle a resolver el crimen.

The Flight Attendant, en fin, tiene algo de maridaje entre champán y hamburguesas, entre su exploración de la estética del lujo asociada al suspense clásico (no son los de Killing Eve, de acuerdo, pero Cuoco tiene su buena ración de modelitos exclusivos) y su condición de producto de consumo rápido, del que seguramente nos habremos olvidado en unos meses.

En ese sentido, es claramente inferior a las primeras temporadas de ficciones recientes de las que bebe sin duda, como Killing Eve o Little Big Lies, pero su descarado abrazo de todo lo que es frívolo en este mundo y la velocidad con la que se devora es posible que la conviertan en el placer culpable de muchos espectadores estas navidades.

Link al artículo original

Previous
Previous

Especial 'Euphoria': Cómo aprender a respirar

Next
Next

'Todas las criaturas grandes y pequeñas': La mejor medicina